Por qué el Canal de Panamá es tan importante para Trump
El Canal de Panamá, una maravilla de la ingeniería y una arteria crítica del comercio global, se ha convertido una vez más en el centro de la tensión geopolítica. El presidente electo Donald Trump ha amenazado con exigir el regreso del canal al control estadounidense, citando preocupaciones sobre su gestión y su importancia estratégica para Estados Unidos.
Los comentarios de Trump sobre su plataforma Truth Social subrayan una creciente inquietud sobre el funcionamiento del canal y su importancia para la seguridad nacional de Estados Unidos. “El Canal de Panamá es considerado un activo nacional VITAL para Estados Unidos, debido a su papel fundamental en la economía y la seguridad nacional de Estados Unidos”, afirmó Trump.
El Canal de Panamá es enormemente importante para las cadenas de suministro, ya que por sus esclusas pasa el 6% del comercio marítimo mundial.
Aproximadamente el 40% del tráfico de contenedores de EE.UU. utiliza el canal anualmente, mientras que EE.UU. es también el mayor usuario del Canal de Panamá. En 2021, más del 73% de todos los barcos que pasaron por el canal se dirigían o provenían de puertos estadounidenses.
Inaugurado inicialmente en 1914 tras un monumental esfuerzo de construcción liderado por Estados Unidos, el canal fue entregado al control panameño en 1999 en virtud de los Tratados Torrijos-Carter. Estos tratados, negociados durante la administración Carter, han sido durante mucho tiempo un punto de discordia entre algunos políticos estadounidenses que ven la transferencia como un error estratégico.
Este porcentaje sustancial subraya la función crítica del canal al reducir los tiempos de tránsito entre los océanos Pacífico y Atlántico, mejorando así la eficiencia y competitividad del comercio estadounidense. Esta dependencia pone de relieve por qué cualquier interrupción o cambio de control podría tener profundas implicaciones para la economía estadounidense, en particular para las industrias que dependen de rutas marítimas oportunas y rentables.
La retórica de Trump va más allá de criticar el traspaso; Ahora amenaza con exigir el control total del canal si no se respetan ciertos principios. Afirmó: “Si no se siguen los principios, tanto morales como legales, de este magnánimo gesto de dar, entonces exigiremos que se nos devuelva el Canal de Panamá, en su totalidad y sin cuestionamientos”. Sus preocupaciones parecen girar en torno al percibido trato injusto de los intereses estadounidenses, particularmente en lo que respecta a las altas tarifas cobradas a los transportes marítimos estadounidenses.
Sin embargo, esta cuestión no tiene que ver únicamente con la economía. Las declaraciones de Trump también reflejan ansiedades más amplias sobre la creciente influencia regional de China. Desde que Panamá reconoció diplomáticamente a China en lugar de Taiwán en 2017, Beijing ha intensificado su compromiso económico, incluidas importantes inversiones en proyectos de infraestructura cerca del canal.
El Comando Sur de Estados Unidos ha expresado su preocupación por estas inversiones chinas, y la general Laura Richardson destacó ante un panel del Senado que representan una amenaza potencial para los intereses estadounidenses. El control de China sobre los puertos en ambos extremos del canal a través de Hutchison Ports PPC, una empresa con sede en Hong Kong y fuertes vínculos con Beijing, ha alimentado estas preocupaciones. Este control otorga a China una influencia sustancial sobre las operaciones logísticas cruciales para la eficiencia del canal.
Esta influencia plantea dudas sobre la neutralidad del canal, que se supone debe mantenerse según el Tratado de Neutralidad, que garantiza el acceso igualitario para todas las naciones. La participación de China, incluida la gestión de los puertos de Balboa y Cristóbal, podría permitirle influir o incluso manipular las operaciones del canal, planteando riesgos para el comercio estadounidense que depende en gran medida de esta ruta.
Además, existen preocupaciones de seguridad de que China pueda incorporar tecnología de vigilancia dentro de la infraestructura del canal, que podría usarse para monitorear los movimientos navales y comerciales de Estados Unidos. Este potencial de espionaje amplifica los riesgos estratégicos, ya que podría proporcionar a China información crítica sobre las operaciones militares y logísticas de Estados Unidos.
Las demandas de Trump de recuperar el canal probablemente encontrarían importantes obstáculos legales y diplomáticos. El Tratado de Neutralidad, que no tiene fecha de finalización, compromete a Estados Unidos a respetar la neutralidad del canal, y cualquier movimiento para tomar el control por la fuerza sería considerado una violación del derecho internacional, dañando las relaciones de Estados Unidos en América Latina.
Desde que asumió el control, Panamá ha administrado el canal de manera eficiente, incluso ampliándolo en 2016 para recibir barcos más grandes, duplicando su capacidad. A pesar de esto, las declaraciones de Trump enfatizan el valor estratégico duradero del canal para los intereses estadounidenses, destacando la necesidad de vigilancia para mantener un acceso seguro y confiable a esta ruta marítima vital.
A medida que evolucionen las tensiones geopolíticas, el Canal de Panamá seguirá siendo un punto focal de la política exterior estadounidense, lo que requerirá un delicado equilibrio entre la afirmación de los intereses estadounidenses y el respeto a la soberanía panameña. La interacción de estas dinámicas seguirá influyendo en las rutas comerciales globales, la estabilidad de la cadena de suministro y las relaciones internacionales en la región.