¡Sorpresa! Los aranceles podrían reducir los precios donde más te perjudican
Las exportaciones a China tienen un lado positivo
Los argumentos habituales contra el aumento de los aranceles a China a menudo giran en torno a temores de que:
- La inflación se debe al aumento de los costos de los bienes importados.
- Los aranceles de represalia de China podrían afectar nuestras exportaciones.
Sin embargo, hay un lado positivo en la estructura de las exportaciones estadounidenses a China.
China exporta mucho más a Estados Unidos de lo que nosotros les exportamos, lo que genera un déficit comercial significativo. Si bien China inunda nuestros mercados con productos manufacturados, sus principales importaciones procedentes de nosotros se encuentran en categorías que afectan directamente a los consumidores:
- La agricultura representa el 30% del gasto de los hogares estadounidenses en alimentos.
- La energía supone el 10% del gasto del hogar.
(La otra categoría importante de gasto de los hogares –30%– que ha golpeado a los consumidores en los últimos años es la vivienda, pero se trata de un problema de oferta causado por la falta de construcción de viviendas).
Además, China importa productos químicos, circuitos de alta tecnología y productos aeroespaciales de Estados Unidos, algo que abordaré más adelante, ya que cualquier arancel que China imponga a estas categorías podría no alinearse con sus objetivos estratégicos.
He aquí el punto clave: China no produce suficientes alimentos para su población, mientras que Estados Unidos tiene un excedente: produce un 30% más de alimentos de los que consume. De manera similar, Estados Unidos es un exportador neto de energía, mientras que China depende en gran medida de las importaciones para alimentar a su población y su economía.
Si China tomara represalias con aranceles sobre nuestras exportaciones agrícolas y energéticas, aumentaría el precio para los consumidores y las industrias chinas. En consecuencia, la demanda de estos productos estadounidenses en China probablemente disminuiría a medida que busquen alternativas que no estén cargadas de aranceles.
Este escenario podría aumentar la disponibilidad interna de estos productos en EE.UU., lo que podría resultar en caídas de precios o deflación en estos sectores, que representan el 40% del gasto de los hogares. Esto podría contrarrestar la inflación en las categorías que más interesan a los consumidores.
Se pueden aplicar aranceles selectivamente a las importaciones procedentes de China, como productos del mar y frutas. Incluso durante el primer mandato de Trump, muchos bienes de consumo que no producimos en grandes cantidades estaban exentos de aranceles. Anticipamos un enfoque similar esta vez, con ciertos mariscos, frutas y verduras excluidos de cualquier imposición arancelaria.
Los productos manufacturados que enviamos a China (como los productos aeroespaciales, químicos y circuitos de alta tecnología) son vitales para las ambiciones industriales y económicas de China. Con el objetivo de convertirse en una potencia económica mundial, China no puede darse el lujo de reducir significativamente su dependencia de estas importaciones. Se podrían intentar imponer aranceles a estos productos, pero en última instancia, China sufriría más, ya que estos productos son indispensables para el desarrollo del país y no se obtienen fácilmente en otros lugares.
En resumen, la aplicación estratégica de aranceles a nuestras exportaciones a China no sólo podría proteger a las industrias estadounidenses sino también beneficiar potencialmente a los consumidores estadounidenses al reducir los precios en categorías clave de gasto, al mismo tiempo que se mantiene el apalancamiento en sectores críticos y de alta tecnología donde las necesidades de China son inelásticas.